Doubt: La eterna duda


El otro día interrumpí mi repaso casi obligado por las películas estrenadas en España durante 2008 para continuar otro, el de las películas que compiten a los oscar referentes a los filmes del año pasado, aunque aquí en nuestro atrasado culturalmente, doblador y mal distribuidor país se estrenarán casi todas en 2009. Lucky us! Internet existe y no sólo sirve para el porno y la wikipedia (curioso, términos antónimos en la mayoría de pensamientos), sino que además nos da una maravilla llamada descargas directas.
¿Que quieres una película en calidad (casi) DVD para verla en un par de horas from now? No hay problema. ¿Y en V.O.S.? No hay problema. ¿Que quieres porno? Retrocede al párrafo anterior.

Así, cuando vi que esta película estaba para descargar no lo doubté ni un segundo, ya que había leído muy buenas referencias sobre este filme, en guión, dirección y sobre todo interpretación. Ya sabéis que a mi me gusta investigar en el rerefons de todas las películas, y veía en ésta una oportunidad para saciar mis ansias conspiratorias.

Cabe decir que este film ha sido aclamado por su gran reparto, que pese a ello y contra todo pronóstico, no le llevó a ganar el Globo de Oro, sino que éste fue a caer a manos de la revelación del año, Slumdog Millionaire. No sé por qué le estoy cogiendo manía a esta última, está todo el mundo un poco embobalicado con ella, como ya pasó con Juno (no la he visto) y Litlle Miss Sunshine (me gustó). Esperaré a verla en cines, y si es buena seré el primero en abanderarla, pero como no me guste todo el peso de mi crítica arbitraria, cruel y hiperbólica se cernirá sobre ella.
Como decía, Doubt cuenta con un excelente reparto canalizado de una manera óptima hacia unas magníficas actuaciones. A estas alturas no vamos a descubrir a Meryl Streep, pero sólo tengo que decir que hacía tiempo que no veía una actuación con tantos matices como la suya en esta película. Y qué vamos a decir de Philip Seymour Hoffman, genial en todos los registros; mayordomo pelota en The Big Lebowski, ejecutivo autodestructivo en Before the devil knows you're dead, o cura progresista en esta última. Me sorprendió asimismo la (al menos para mí) total desconocida Amy Adams, en su papel neutro y Viola Davis, que lo borda y te hace recordarla aunque sólo aparezca en una escena.

Las interpretaciones de este film no son unicamente grandes elementos que contribuyen a la verosimilitud y la tensión del mismo, sino que en este caso son claves. Y lo son porque lo que este film plantea es una concepción atemporal, el conflicto prácticamente irresoluble por excelencia (dejando a un lado el árabeisraelita), el choque entre la fe y la razón. Como en la enorme Fresas salvajes, cada personaje representa una visión, pero a diferencia de aquélla este choque se hace menos explícito al quedar enmascarado por un hecho menos profundo (aunque tampoco demasiado), la acusación de pederastia a un sacerdote. El desarrollo de esta cinta está ambientado en 1964, pocos años después del Concilio Vaticano II, que supuso la renovación de la institución eclesiástica católica y la confirmación de la tendencia progresista que habían adquirido muchos curas. Esta tendencia y el choque con la anterior se reflejan también de una manera brillante, pero no son sólo estos temas los que trata el magnífico guión de Shanley, sino que hay más: la pobreza, la diferencia hombre/mujer, el racismo, el autoritarismo y la educación, entre otros.
Es decir, una de esas películas profundas e implícitas que tanto me gustan, con el añadido que no es demasiado complicada para que una mente culta pero despistada como la mía pueda reparar en esos detalles subyacentes.

Con tal guión, pudiera parecer que la dirección sería en este caso secundaria, pero afortunadamente no lo es, porque Shanley, a parte de adaptar la novela, sabe trasladar ese texto a la gran pantalla mediante un ejercicio de atmósfera brillante, a lo que ayuda la gran fotografía de Roger Deakins, y un ejemplo de técnica también muy reseñable.
Quizás los detractores de este film puedan achacar un cierto regusto excesivo de teatralidad en muchas escenas, o la falta de una tensión más evidente entre el personaje de Streep y el de Hoffman, pero lo cierto es que estos elementos se corresponden de una manera adecuada al fondo de la historia que se cuenta.

El final, como no podía ser menos, deja con la boca y los ojos muy abiertos y viene a confirmar la teoría que se deja entrever a lo largo de la película. No quiero desvelar nada, pero lo el hecho de que la duda nunca se resuelva es un elemento más de por qué me encantó esta película: ¿fe o razón? Tú eliges.

Whodunnit awards (1): Las mejores series de 2008

Lo siento, he caído en el pecado. Como todo humano, no puedo resistirme a las listas, ofrecen una atracción demasiado grande, y yo soy débil...
Así que sí, que le vamos a hacer, haré una lista. Ahora estamos en temporada Oscar, así que aprovechando la coyuntura he creado unos premios del blog, este que últimamente parece que lea alguien más que yo (lo cual es un logro). Tengo en mente hacer un ránking asimismo de las películas del 2008, pero como son muchísimas y este año no he ido mucho al cine pues me llevará unos días (semanas). De mientras, para ir actualizando sin tener que escribir una crítica, os presento los Whodunnit awards a las mejores series que hayan tenido temporada en 2008. And the winners are...

Bien interpretada, bien dirigida, bien ambientada y sobretodo bien escrita. No os dejéis engañar por el cartel, no es la historia de un proxeneta del siglo XVI. Es un buen ejemplo (otro es Roma) de que las series históricas (más allá de las libertades que ésta se toma) no tienen por qué ser culebrones y pueden tener profundidad argumental. Me gustó.

En un principio, era escéptico con respecto a esta serie, y los dos o tres primeros episodios no me ayudaron a cambiar de opinión, pese a que el sello HBO pese mucho. Sin embargo, le di confianza y me respondió con un argumento muy original y una trama mucho más profunda de lo que parece. Creedme, no os desaniméis si tras el primer episodio pensáis que es la adaptación televisiva de Twilight. Lo que parece superficialmente una serie de adolescentes (eso sí, con sexo explícito, drogas y... música country), se transforma en una increíble metáfora sobre la exclusión social, el racismo, la ignorancia y los miedos... sobre todo los miedos. .


Ésta es una serie muy curiosa. Atrapa al espectador con una atmósfera muy difícil de lograr, vueltas de tuerca, personajes ambiguos, un ritmo increíble... Aun así hay un inconveniente. Después de unas temporadas, te empieza a cansar. Es como quien va todas las semanas a hacer puenting, al final acabas un poco harto de tanta adrenalina. Aquí pasa lo mismo, demasiadas tramas abiertas, demasiada información (a veces científicamente complicada) en muy poco tiempo, giros a veces increíbles (aunque no he visto tanta imaginación en poder de unos guionistas en muchísimo tiempo) y los siempre molestos episodios de relleno. En esta situación, y cuando empiezas a hartarte, viene un episodio como "The constant", que te deja con la boca abierta y los pelos de punta, y te vuelves a enganchar (pese a que la quinta temporada no haya empezado muy de allá). Malditos guionistas...

Esta serie pudiera definirse así: "si Bukowski hubiera sido rico y ligón", o así: "Apología del hedonismo, por David Duchowny". Y nos quedaríamos tan anchos. Lo cierto es que esta ficción es sexual (si la clasificamos X nos quedamos cortos), malhablada, cruel y a veces desesperante, pero también, a veces, es tierna, emocionante y reflexiva. Ha perdido cierta frescura en la segunda, quizás era una serie para una sola temporada (véase Prison Break), pero aun así se mantiene en un buen nivel, con sus toques agridulces y sus magníficos secundarios. Esperemos que la sepan cortar a tiempo o que busquen nuevas fórmulas, no como la antes citada.


Los detractores de esta serie dicen que es aburrida, que todos los capítulos son iguales. Estoy de acuerdo, pero ¿acaso en CSI no pasa esto?. Y encima, ellos tienen a Grissom (ejem... soso), y House tiene a... House. Un personaje tan genial como Sherlock Holmes (se nota la inspiración), odioso, pedante, borde... y que te encanta si no lo tienes que sufrir. Es curioso que después de cinco temporadas la serie no haya perdido calidad, y a mí al menos no me aburrirá nunca mientras esté House y mientras haya episodios tan míticos como el último de la cuarta.


Qué decir, todo lo que diga es poco. Es humor a la vieja escuela, humor de malentendidos, de situaciones esperpénticas, de freaks. Y esperemos que nunca desaparezca. Me encanta que en esta serie haya tres niveles de humor, el inteligente, el de toda la vida y el absurdo. Todo en uno, en un pack indivisible como Pascual Funciona. Y por si fuera poco, cuenta con unos personajes trabajadísimos, un reparto excelente y un formato (6 episodios por temporada) que tardará mucho en agotarse. Awesome.


No es casualidad que sus dos temporadas hayan sido premiadas en los globos de oro. Y aunque el principio de la segunda resulte inferior, luego repunta. Y vaya cómo. Me resultaría imposible resumir esta serie en un párrafo, tiene demasiados ápices, así que pondré palabras sueltas y que os inspiren unas cosas u otras: Publicidad, engaños, personajes ambiguos, ambientación, fotografía, atmósfera, vida urbana, vida americana, hombres, mujeres.
Vedla, en serio.


En esta serie el mcguffin no debería ser la marihuana, sino el vino. Porque mejora cada año, como el crianza. Cada temporada es un mundo totalmente distinto, una dimensión diferente. Y nunca te cansas, porque los secundarios se renuevan y los principales son tan reales que los podrías considerar amigos. No sólo tiene un humor negro hilarante, no sólo es un drama en ocasiones tristísimo. Es mucho más, es crítica a nuestra sociedad, es un canto a la vida, un lienzo de frustraciones, sensaciones y situaciones muy diversas.


Buff, nos vamos acercando a la ganadora. Y la subcampeona lo es por los pelos. Ya sabéis mi admiración por Dexter, pero os la vuelvo a repetir. Un personaje fantástico, una realización magnífica, una trama realmente conseguida. Y esta tercera temporada no ha defraudado, incorporando a otro two faces, el detective Miguel Prado, que aporta muchísimo a esta temporada, en una confrontación de western con Dexter. La ciudad es demasiado grande para dos asesinos en serie. Puntos en contra en la season 3: dos. El tema de la boda (mal llevado porque nunca llega a cuajar en la historia principal), y el último episodio, demasiado poco emocionante, resuelto demasiado rápido, como apresuradamente. Aun así, Dexter es Dexter, el lado oscuro que todos tenemos.


Y la ganadora es... El estreno del año. Una serie totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados (incluso hay dos maneras diferentes de verla). Nada de acción, nada de giros argumentales inverosímiles, nada de adolescentes con problemas increíbles, nada de persecuciones. Una habitación. Un psicólogo y su(s) paciente(s). Y no se necesita más.
Pocas veces he visto transmitir tanto con tan pocas palabras. Ésta es una serie de diálogos, de miradas, de gestos, de silencios. Sólo decir que algunos puntos álgidos no tendrían nada que envidiar a la escena de la habitación de Persona. Antes de llamarme hereje miradla, porque es impresionante. Esperemos que se confirme con una segunda temporada, y si no viene no importa, nos quedaremos tan a gusto con sus 43 episodios a cada cuál mejor.


Bueno, hasta aquí la ceremonia. Esperemos que hayáis disfrutado y que dejéis vuestros comentarios. ¿Cuál ha sido para vosotros la mejor?

P.D. Me habría gustado incluir dos series más, geniales. Una es Little Britain USA (pero no he visto la temporada entera) y la otra es Flight Of The Conchords (pero la segunda temporada se estrenó la semana pasada, así que no cuenta).

Wall-e: Algo nuevo bajo el sol

Estos días blancos me he propuesto algo: ver las pelis con el cartelito de "imprescindible" del 2008, las cuales no pude ver a lo largo del año como debería (cine, subtitulos, sin que nadie me moleste a menos que yo quiera...). Y es que nunca había visto tantas películas como este año, pero posiblemente nunca había ido al cine tan poco como este año, o al menos, nunca había salido tan poco satisfecho del cine como este año. Paradojas de la vida.

En fin, clavemos el tenedor. Después de ver 4 meses, 3 semanas y 2 días y La question humaine, decidí que le tocaba el turno a la película disney (almenos la "famosa") del 2008.
Reconozco que, una vez más, se daba una paradoja. Por una parte, cualquiera que me conozca (y quien no, aquí se lo digo), sabe que hay dos géneros que no suelo soportar: el musical y la animación disney. Esto ha sido así siempre, desde niño. Creedme que cuando ambos géneros se fusionaban (películas disney pre-pixar) quería o bien morir o saber como se le daba al FWD en el cine. Por eso mismo no fui al cine a ver ésta (riesgo económico demasiado elevado). Aún así, y aquí está la otra cara de la moneda, que me hubieran hablado tan bien sobre esta película y que hubiera leído tantas críticas positivas sobre ella hacía que guardara una cierta esperanza respecto a este filme. Resultado de la paradoja: un término medio.

Y es que Wall-e empieza con mucha fuerza, con unas secuencias iniciales que te dejan con la boca abierta, tanto por la realización virtual como por la audiovisual; todo está bien medido: música, efectos especiales, montaje... No hay nada que parezca hecho a la ligera. La primera (casi) media hora es casi sublime, una presentación casi perfecta, un prodigio de la animación (muchos toques infantiles, sí, pero no hay que olvidar que estamos hablando de Disney). Que aguante casi toda la película sin diálogos es una prueba del buen hacer de sus realizadores. Técnicamente es muy grande. Pero entonces, todo empieza a ir cuesta abajo, desde el olimpo de la animación baja progresivamente hacia la tierra firme, donde están sembradas todas las demás películas de la factoría del señor congelado.
Seguramente me digáis que exijo demasiado, que soy muy puntilloso. Cierto, pero luego veremos por qué. Antes, me gustaria comentar algunas de las cosas que hay detrás de la película, muy interesantes. Primero, se nos presenta la dicotomía entre lo antiguo y lo nuevo, entre las formas de vida antiguas, calmadas, casi rurales (representadas por Wall-e) y las nuevas, donde todo es volátil y lo que no sirve se destruye, donde todo está medido, calculado y sólo importan las cifras (representadas por Eve). Más tarde, y esto es lo que más me gusta del film, se nos muestra-mediante una cuidada pero no tan sutil crítica- en qué podemos convertir nuestra sociedad dentro de unos años (si no lo somos ya): tipos gordos, sin relaciones sociales, con el único entretenimiento de una pantalla delante de nuestras narices, con la influencia masiva de la publicidad y la obsesión por la belleza superficial. Una distopía bien representada y ciertamente muy creíble, donde hayamos destruido el planeta y nos encontremos vagando por el espacio sin voluntad para nada, sólo flotar y dejar que la marea nos lleve; donde una confianza ciega en las máquinas y un mal uso de ellas haya desterrado el amor por el conocimiento. Esta lectura (que por supuesto todo el mundo adulto podrá ver en mayor o menor medida) me gusta, es algo que no me esperaba, además de los guiños cinéfilos o a la historia de la ciencia ficción.

¿Qué no me gusta, entonces? La otra parte. La parte Disney de siempre, las diferentes manifestaciones de exactamente la misma historia. Estamos hablando desde la órbita cultural. (Diría que aquí vienen espoilers, pero si lo leeis veréis que no). Véase a un chaval, animal u objeto humanizado (Wall-e : Wally). El pobre es un solitario, es un looser que no tiene más compañía que su mascota (cucaracha). Un día sin embargo, conoce a una chica, animal hembra u objeto humanizado (Eve), y se enamora de ella, aunque a ella en un principio sólo le importe un objetivo determinado. Tras varias secuencias, el looser, casi de casualidad, se convertirá en héroe, logrando el objetivo que tanto ansía la chica y por tanto conquistándola (materialismo puro). ¿Os suena?. Seguramente sí. Por ello mismo, no puedo calificar tan bien a esta película como me hubiera gustado, quiero algo nuevo, que me sorprenda, quiero riesgo. No quiero uniformidad cultural, no quiero ver películas que he visto 100 veces. Aunque sean para niños.

Revolutionary Road: American Way Of Life? Bull Shit!


Hace unos días, me senté en mi apoltronada silla giratoria dispuesto -una vez más- a disfrutar de una película con una manta por encima y una buena almohada en la espalda.
Cuál fue mi sorpresa al comprobar que no sólo no sabía qué ver sino que además no tenía ninguna a mano, con lo cual mis planes de chill se iban bastante al garete.
Como un pajarillo decepcionado que comprueba que su regurgitación no surte efecto (ejemplo un poco asqueroso, lo sé, pero no he encontrado una expresión que defina mejor a esa sensación), me dispuse a agotar los últimos recursos que me quedaban, acudiendo a mi colección del diario Público -primero-
y a una web de películas online después.

Como comprenderé(is), no soy muy aficionado a este tipo de páginas, no por ser supuestamente ilegales (que no lo son, y aunque lo fueran no me importaría lo más mínimo) sino por la poca calidad de imagen que suelen ofrecer, además de porque la mayoría de filmes que se pueden ver o son de dudosa calidad o están doblados.

Mi sorpresa fue mayúscula (algo así como un pajarillo que observa que sus crías no se devoran entre ellas) al comprobar que había una película en V.O.S. Y no sólo una película, sino una de esas llamadas a triunfar en los Oscar. Lo cierto es que viendo el cartel, viendo los actores y viendo lo que he dicho en la frase anterior, perfectamente podría tratarse
de una versión terrestre de la pomposa Titanic, pero afortunada o desafortunadamente no lo es ni de lejos.

Revolutionary road (lo explico para el que no lo sepa, pues esta película se estrena en España el 23 de enero) trata básicamente de un matrimonio con hijos y su vida en el típico pueblecito americano de los años cincuenta. Aparentemente, y sólo leyendo la sinopsis, es una más, un dramón absurdo ambientado en otra época que sería digno de ocupar la parrilla de Antena 3. Por supuesto, no lo es.
Es ésta una película sustentada sobre todo en tres boyas: las soberbias interpretaciones de los actores, la magnífica dirección del americanbeauty Sam Mendes y una atmósfera genialmente conseguida.
Se trata de un guión construido a partir de una premisa básica, destruir la topicidad de la vida americana en los años cincuenta, que nos ha llegado a través de referentes culturales y que todos podemos describir. La película no nos dice en ningún momento que la imagen superficial de aquella sociedad no sea acorde a lo que nosotros pensábamos, lo que hace es transmitirnos algo muy importante: debajo de esa fina capa de felicidad, de desarrollismo posbélico, se esconde un contenido algo más problemático.

Con absoluto realismo se nos muestra la frustración de los sueños, la complejidad del paso a la vida adulta y, sobre todo, el miedo: miedo a crear nuevos caminos, miedo a tomar decisiones, miedo a la volatilidad de la vida (y de las personas), miedo a la rutina, miedo a no conocer el mundo. Y pese a tener todo este miedo, toda esta sensación de pesadumbre, no poderlo reconocer.
Cierto es, sin embargo, que la película adolece de algunos tópicos sobre estos dramas, algunos clichés argumentales y -sólo en muy contadas ocasiones- diálogos un tanto faltos de frescura. Pero lo más aplaudible es que introduce dos aspectos muy novedosos -o al menos para mí-. El primero, un personaje brutal -el hijo loco (o así lo presentan, para mí es el único cuerdo) de unos vecinos-, algo así como la voz de la conciencia, el único, en un mundo de hipocresía, que no teme decir lo que piensa. El segundo, tres secuencias finales geniales, intercaladas eso sí por una escena que parece recurrir al happy end (dentro del drama absoluto, por supuesto) o si más no, hope end. Por suerte, esta escena queda totalmente borrada con la última del filme, un final digno de una gran película.

No voy a hacer mucho más extensa la crítica pues revelaría algunos detalles que, al faltar bastante para el estreno, frustrarían a más de uno. Pero únicamente decir que esta película entusiasmará a aquellos que disfrutaron de American Beauty, y decepcionará a aquellos que, por el cartel o por el reparto, esperaban un drama romántico al uso.
Cabe mencionar, por último, que esta obra recuerda -y mucho- a la serie americana Mad Men, como ésta, un auténtico prodigio de técnica, interpretaciones y atmósfera, y que criticaré cuando tenga algo más de tiempo.